CIUDAD INSEGURA

Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. En filosofía

Ya no es segura la ciudad, nuestro egoísmo social está siendo capitalizado por los que delinquen, roban, asaltan y matan, la delincuencia está ganando terreno, todos los días informes de asaltos, robos y asesinatos llenan los titulares de los medios de prensa, eso genera preocupación y estrés social, la población ya no solo siente, sino está segura de que no hay seguridad ni es vivir ya seguro en la ciudad, los vándalos saquean a los ciudadanos, los delincuentes están reglando a las casas, los malhechores hacen seguimientos a los que con el sudor de sus frentes consiguen en pan del día para luego robarles, golpearlos y matarlos por montos menores, aquí ya no hay “la vida o la plata” sino se llevan tu plata y te quitan la vida, que desgracia la nuestra.

Y lo peor que a diferencia de otras sociedades, somos desunidos, no hay organización social, no hay sociedad civil organizada, solo algunos organizan para ser y aprovecharse del cargo de dirigir a la sociedad civil, pero que ahora el problema es más latente, nadie quiere tomar la posta de organizar a la sociedad civil para que se defienda, tome medidas y defina estrategias para que este problema no sea crónico o constante, sino sea eliminado de nuestra ciudad.

Nuestros niños ya no están seguros cuando salen de las escuelas, nuestros jóvenes ya tienen miedo cuando salen de su colegio, los ciudadanos están al borde de la desesperación porque para salir a comprar, o al salir a vender, y otros que son trabajadores que ofertan servicios como ser taxista o de otros transacciones están más expuestos a la muerte porque no hay seguridad en la ciudad.

¿Qué hacer?, armar juntas vecinales, organizarse para resguardarnos, juntarse para cuidarnos, unirse para protegernos, entre nosotros vigilar y avisar a todos para que la organización social salve a la ciudad de la inseguridad, para ello existen ciudadanos que saben cómo organizar a su barrio, a su calle, a su sector, hay diversos modos, y debemos apresurarnos, aventajar a la delincuencia y desterrarla de nuestros lares.

Pero ¿si somos indolentes con el prójimo?, ¿si somos apáticos con lo que le sucede el vecino?, ¿si somos egoístas y solo nosotros asumimos una defensa?, nada podremos hacer, habremos caído en el error de siempre, en el egoísmo social que continuamente nos ha hecho daño y que ha mutilado nuestro progreso y limitado el desarrollo como ciudad y sociedad.

Es el momento, es la hora de que juntos resguardemos nuestra vida, nuestros bienes ganados con honradez y decencia, es la hora propicia, aun se puede eliminar ese paramo de fechoría que surge en la ciudad y quiere perpetuarse en ella, es la circunstancia aun de que podemos cambiar nuestro destino, de ser una ciudad como dice el huayno, “aquí están los cerreñitos trayendo lindas canciones para dejar de recuerdo a su linda paisanita” seamos una tierra de lindas canciones y no de tristes melodías de sufrimientos generados por el hurto, la sisaría y la desorganización.