Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. En filosofía
Ser Maestro (a) es sin duda alguna, la profesión más linda de todas, y no porque se gana bien, sino porque se gana en vida y más allá de la muerte.
A diferencia de otras labores trabajamos con personas , las formamos, modelamos y generamos en ellos, los infantes, los niños, adolescentes y jóvenes , un nueva generación que transformara el mundo, para bien o para su mal, pero lo hará, esa es nuestra gran responsabilidad como magisterio.
Todo maestro sabio sabe que educar es una ciencia, arte y vocación, y que todo aprendizaje es significativo siempre en cuando nosotros somos significativos en la vida de nuestros alumnos; no ser alguien en la vida de ellos, es condenar a la inefectividad el aprendizaje en el discente.
El magisterio tiene una determinante influencia en el alumno, las personas son al final lo que su maestro les inspiro a que fueran ello, la mayoría de adultos son lo que son, porque los Maestros le sembraron, inspiraron, motivaron y empujaron a ser; sea en la infancia, niñez o adolescencia en alguna experiencia de clase, determinamos en el alumno, lo que hoy ellos son, sea esta alta, media o básica realización que alcanzaron a ser.
Cualquiera enseña, pero el magisterio autentico transforma, a lo largo de mi vida magisterial he visto gente enseñar, de lo mejor y de lo peor, gente que enseña porque su estimulo es el sueldo de fin de mes, y gente que enseña porque su motivación es que el niño aprenda, mejore, cambie y cuando sucede esto, es donde se siente satisfecho, feliz y realizado.
Como dice Pierson, “los niños no aprenden de la gente que no les gusta”, por eso que el Maestro debe tener carisma, simpatía, y autoridad; difícil combinación de temperamento y carácter para mezclar exige esta profesión, por eso es diferente a todas; entiende para ser entendido, esa es la ruta del buen aprendizaje, si no entiendes a tus alumnos, difícil que ellos te entiendan las clases a ti.
El Maestro no lo sabe todo, porque ahora nuestra labor no se trata de saber, sino de facilitar, de prestar, de abrir la puerta del saber, el saber no es nuestro , pero si los caminos por donde llegar al saber, esa es nuestra misión, los chicos hoy tienen acceso al conocimiento, pero no tienen interés, motivación ni estimulo, gran parte del rol del magisterio es eso ahora, abrirles sus ojos , develarles la ruta, mostrarles el inconmensurable placer de saber.
Los estudiantes de hoy, en ocasiones saben más que nosotros, y eso hay que reconocerlo, elogiarlo, de allí que nuestro poder, nuestro gran poder, es aun la decisión de la nota, esos simples numeritos del 1 al 20, determinan nuestro mando y autoridad en este campo tan pedregoso.
Llevar a los estudiantes de donde están hasta donde deberían estar, es una meta titánica, es un reto mayor de cada año académico, el Maestro llora cuando no ha logrado que sus estudiantes no han aprendido, no se complace en desaprobar, sino que le es sufrimiento cuando alguien no logra certificar su asignatura, se siente fracasado y desea renunciar a su profesión, miente alguno que es
maestro y diga que nunca quiso tirar todo por la borda al notar que sus alumnos, no aprendían; somos humanos trabajando con humanos, ¿ porque no llorar?.
Que nuestro alumno sea alguien en la sociedad es nuestra mayor satisfacción, es difícil enseñar a los que apestan, es difícil enseñar a quienes les caes mal, es difícil enseñar a quienes no te siguen, los alumnos suelen ser crueles, inhumanos y desalmados, “los estudiantes difíciles nunca faltan”, “y siempre habrá estudiantes que no te gusten, lo importante es que nunca se enteren“.
Por eso los Maestros somos grandes actores y excelentes actrices, que vamos a trabajar a pesar de que no hay ganas, que obedecemos a políticas educativas sin sentido, pero seguimos enseñando, “enseñamos porque eso es lo que hacemos, hacemos que la enseñanza y el aprendizaje traigan alegrías, fe y esperanzas, de fabricar un mundo de campeones, porque el maestro es el adulto que siempre creerá en sus alumnos e insistirá que lleguen a ser lo mejor que puedan llegar a ser.
¿Es difícil nuestra profesión? , Pues claro que sí, pero no es imposible, ¡podemos hacerlo!, ¡somos educadores!, nacimos para marcar la diferencia”.