En el marco de la conmemoración de los 50 años de la tragedia ocurrida el 20 de diciembre de 1964 en la mina de carbón El Dorado de Goyllarisquizga, Rodolfo Rojas Villanueva, activista cultural de Patria Verde sin Fronteras- PVF, acaba de publicar la composición titulada “Oda a los mártires de la mina El Dorado”.
Rojas Villanueva, señaló que es “una forma de rendir homenaje a nuestros hermanos mineros que perdieron la vida trágicamente bajo los socavones de la mina El Dorado, el 20 de diciembre de 1964”. Añadió que, también, su padre Delfín Rojas Fuster laboró en aquella mina y se retiró algunos años antes de la tragedia. Murió en 1997 víctima, como la mayoría de los mineros, de una enfermedad pulmonar adquirida en la mina.
Los versos inician mencionando la horrible hora que aconteció aquella tragedia: “A la una de la madrugada / La luna iba cubriéndose de nubes negras. / Todos los relojes marcaban la misma hora”.
En otro de los versos menciona la tragedia humana que se dan en la minas: “A la una de la madrugada / el toro negro dejó de ser leyenda carbonífera / para convertirse en tragedia humana”.
Informan que este sábado la Municipalidad del distrito de Goyllarisquizga rendirá homenaje a los 58 mineros. En la mañana habrá una misa y a medio día una romería a la tumba de los mineros.
ODA A LOS MARTIRES DE LA MINA EL DORADO
(EXTRACTO)
A la una de la madrugada
La luna iba cubriéndose de nubes negras.
Todos los relojes marcaban la misma hora.
A la una de la madrugada
Las lámparas de carburo se apagaron para siempre de los 58 mineros de la mina
El Dorado.
A la una de la madrugada Goyllarisquizga vomitó fuego y algunas aves cruzaron el cielo gris.
A la una de la madrugada
La carne y el carbón se mesclaron en gritos y humos bajo los socavones.
A la una de la madrugada
El silencio dejó de ser silencio para levantar la bandera libertaria de los mineros.
A la una de la madrugada
El toro negro dejó de ser leyenda carbonífera para convertirse en tragedia humana.
A la una de la madrugada
El llanto universal de las madres de cada obrero arremetió lo infinito.
A la una de la madrugada
El rostro del universo se cubrió de lágrimas.
Aquel domingo la terrible muerte había arribado a las minas de carbón de Goyllarisquizga.
Eran a la una de la madrugada