¿QUÉ EVIDENCIA REPRESENTA TENER EXPRESIDENTES DETENIDOS?


1. Debilitamiento del Estado de Derecho

Si las más altas autoridades del país enfrentan cargos por delitos graves, se evidencia una cultura de impunidad que ha permeado incluso los niveles más altos del poder.
Muestra que el sistema de control y fiscalización del poder ha sido insuficiente o ha fallado por años.

2. Corrupción estructural e institucionalizada
No se trata de casos aislados, sino de una cadena de gobiernos involucrados en escándalos similares (sobornos, lavado de activos, vínculos con mafias o constructoras como Odebrecht).
La corrupción no está limitada a un partido político o ideología; ha cruzado gobiernos de distintas orientaciones.

3. Pérdida de legitimidad de la clase política
El hecho de que la mayoría de expresidentes recientes haya enfrentado la justicia genera desconfianza profunda en las instituciones democráticas y en el sistema electoral.
Contribuye al alto nivel de desaprobación y desafección ciudadana hacia la política.

4. Funcionamiento —aunque imperfecto— de la justicia
También se puede ver como una señal de que el sistema judicial tiene, al menos en parte, capacidad de actuar incluso contra figuras poderosas.
Sin embargo, los procesos suelen ser largos, lentos y, en ocasiones, politizados, lo que debilita su efectividad.

¿Quiénes son los expresidentes detenidos o procesados por corrupción en Perú?

1. Alberto Fujimori (1990–2000) – Condenado por violaciones a los derechos humanos y corrupción.
2. Alejandro Toledo (2001–2006) – Extraditado desde EE. UU.; procesado por el caso Odebrecht.
3. Ollanta Humala (2011–2016) – Detenido preventivamente; procesado por presuntos aportes ilícitos.
4. Pedro Pablo Kuczynski (2016–2018) – Arresto domiciliario por presunto lavado de activos.
5. Pedro Castillo (2021–2022) – En prisión preventiva por rebelión y corrupción tras intento de golpe de Estado.
6. Martín Vizcarra (2018 – 2020) – Prisión preventiva por presuntos delitos de corrupción cuando fue presidente regional de Moquegua. 

En resumen:
Tener cinco expresidentes involucrados en casos de corrupción no es solo un escándalo político, sino una evidencia clara de una crisis institucional que exige reformas profundas: en la selección de autoridades, el financiamiento de campañas, el control del poder y la administración de justicia.