SOBRE MI MADRE

Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. en filosofía


Mi madre me trajo al mundo cuando ella tenia 20 años, era muy joven y decidió trabajar en la mejor profesión que hay que hacer en este mundo, el de criar un hijo.

Mi madre me cobijaba en su dulce seno para darme la seguridad que cuando grande iba a necesitar.

Mi madre, vendía dulces en la calle del Márquez, justo donde ahora es el paradero hacia Rancas, luego vendió frutas en Huamachuco y cuando alguna vez le pregunte porque salía a vender a pesar de que mi Padre siempre traía lo necesario a la casa, ella me respondió con esa sabiduría simple, clara y sabia: “para que a ustedes siempre les sobre, comida, casa y ropa”.

Mi madre gustaba de negociar chocolates, cancha de Junín, frutas, y todo ello porque creo que le gustaba hacer dulce la vida de los demás que no se daba abasto para vender cosas amargas y verdes.

Mi madre me educaba de tal manera que resumía casi todo un semestre de finanzas en esta siguiente lección: cuando alguna vez quería comprarme un pantalón Jean de moda le fui a pedir dinero para hacerlo, ella me dijo, trabaja hasta donde puedas y luego cuando vayas a comprar esa prenda y te falta, yo te doy lo que necesitas, sí pues ella siempre daba solo lo que hacia falta, porque si me hubiera dado todo lo que necesitaba me hubiera convertido en un ser dependiente, un tullido económico.

Mi madre creía en Dios, que siempre que cada vez un pobre o menesteroso iba al puesto de frutas, le daba la mejor manzana o la mejor mandarina que cuando yo le objetaba ella decía de que “Dios se disfrazaba de pobre para probar el corazón de los hombres”.

Mi madre me enseño que en el amor, hay que ser varón de una sola mujer, porque Dios le había dado a Adán una sola Eva y no dos y que por eso todo varón debe buscar y encontrar a su Eva.

Cuando mi Padre empezó a trabajar en la contrata Huaymanta, él llegaba de su turno a eso de las 4 de la tarde y era a esa hora que mi madre preparaba los ricos panqueques, todos hermanos, hermanas y papa, cerca de la vicharra tomábamos el lonchecito escuchando “pasillos al atardecer”, un programa radial de esos años muy famoso. Escuchar pasillos al atardecer es una buena nostalgia.

Cuando mi Padre nos pedía que le ayudásemos a descargar ladrillos o arena de uno de sus contratos que tenía, al regreso, mi madre siempre nos esperaba con esa sopa de casa caliente hecha amor y cariño para su familia.

Mi madre reunía a la familia, siempre buscaba cualquier motivo para que la familia este unida y reunida, desde un cumpleaños hasta cuando Perú jugaba las eliminatorias en futbol al cual hasta ahora clasifico


Mi madre un día 22 de octubre de 1996 descanso en el Señor, no pude estar cuando murió, no logre despedirme de ella, se fue y desde ese día envidio a los que tienen a su Madre en vida, por eso disfruten cada momento que la tienen con Ustedes, porque cuando ella se va, ya nada es igual, las frutas dejan de ser dulces y son agrias, los atardeceres así haya sol, son grises y nublados para alguien que ya no tiene a su madre a su lado, cuando ya no esta mama, ya nadie reúne a la familia, cuando ya no esta mamá, no hay sopa caliente hecho en casa, cuando ya no hay Madre, casi no hay nadie que te aliente, que te motive y que te diga, vamos hijo, tu puedes, cuando ya no hay Madre, la vida ya no es vida, por eso que si tienes aun a tu Madre en vida, ámala , cuídala, no le des problemas, ni le causes disgustos, hazla feliz cada instante de su bella existencia, porque la Madre es todo amigos y amigas, y el todo es la Madre.