VUELO DE COMETAS

Por Roberto Carlos QUINTANA VILAVICENCIO
Lic. en filosofía

Era lindo ir a volar cometas, ni bien escuchabas el anuncio a tu maestro de escuela decir que iríamos a la pampa a volar cometas, sonaba genial la idea, ni bien salías ibas a buscar los materiales para armar la más grande y espectacular cometa que surcaría los aires y volando “hasta el infinito” haría de ti ese soñador que de niño nunca lo perdemos.

La librería era el primer afán y encontrar “papel para cometa”, luego a buscar las pajas que vendían en el mercado, de allí la goma, y el hilo, después el estambre para que ulteriormente uno aplique geometría y cálculo aplicado; hacer tu cometa exigía construirla bajo los amperios de tu imaginación y mecanicismo de tu ilusión.

Terminabas de construirlo y orgulloso lo estrenabas al paso de la calle y los demás te miraban absortos, sorprendidos y por momentos movidos, ¡era tu creación¡, ¡tú producto¡, ¡tú invento¡, ¡tú máxima exposición¡ de tu sapiencia infantil.

De allí nos enrumbábamos a la prueba de tu instauración, llegamos a la pampa donde el viento golpeaba con justicia nuestros rostros atrevidos de utilizar su fuerza para hacer realidad nuestros sueños, hilo fuerte, y tensa actitud, elevábamos hacia la cúspide la cometa que subía y subía, hasta lograr lo inevitable, cumplir lo inefable, uno se sentía Armstrong, se vivía King, se exponía Lenon en su ser, héroes, artistas, aventureros de la humanidad.

Luego de hacer volar tu cometa y sentirte explorador de las alturas, de enorgullecerte por llegar a tus metas, te exponías antes tus interlocutores, tus compañeros que al igual que tú, hicieron volar las cometas, cada uno hablaba su mejor idioma de autoestima, cada uno sustentaba sus mejores logros de este artefacto de ensoñación, de encumbramiento personal, volvíamos contentos después de la hazaña en los aires, sentíamos al igual que Jorge Chávez que es llegar a las máximos cielos, ¡arriba¡¡arriba¡¡arriba¡ siempre a las alturas.

Hoy los niños ya no hacen sus cometas, el mercantilismo abastece y limita su creatividad y le obtusa sus sueños de sentir completo esa satisfacción.

Hoy los niños no adquieren las partes, ya que le dan el todo, basados en el extremo amor al hijo que tienen los nuevos padres, le generan daño en su visión y experiencia de sentirse pequeños héroes, de vivir completo la experiencia de ser exploradores del universo.

Las cometas de hoy vienen servidas, hechas, y basta para un día, los niños de hoy quieren así ahora las cosas, los objetos, hechos a su gusto y satisfacción, que decantamiento que les generamos, que falta de sensibilidad a su humanismo, de razón más adelante no saben el costo del sacrificio, ni el valor del esfuerzo, formamos así seres superficiales, sin sueños, sin ideales, sin metas existenciales.

Es agosto aun, hay tiempo para que ese adulto racional, formal, y de etiqueta deje todo eso y vaya a comprar papel de cometa, hilos, goma, y arme su cometa, suba los cerros y destile su ser infantil que uno nunca pierde, sino que está dentro de cada uno, vamos anda, vuela tu cometa, suéltala ¡“hacia el infinito”¡ y más¡¡¡¡¡¡¡