IGLESIA SAN MIGUEL ARCANGEL DE CHAUPIMARCA

Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. En Filosofía y CCSS

Conocí la iglesia de Chaupimarca cuando se casaron mis padres en el año 1974, Lucia y Agapito se juraron amor eterno en esta iglesia al igual que miles que vivieron su matrimonio religioso.

Pasaron años y un día prometí a una linda joven casarme en esa iglesia, estábamos los dos en su patio frente a la plazuela Chaupimarca, le jure “amor eterno” luego vinieron los ideales de la juventud y ella se fue a otra ciudad y mi promesa quedo frustrada y mi corazón roto y deshecho.

Mi mama me llevaba a la iglesia Chaupimarca en época de fiestas patrias cuando hacían ponches de diversas sabores y olores, mama Pila vendía una de los mejores ponches de la época y destilaba también su “chinguirito” infaltable en su oferta de libar.

La iglesia de Chaupimarca y sus alrededores son patrimonio inmaterial, allí están los recuerdos de muchas generaciones, ibas a tomar lonchecito en “el paisanito” donde había leche fresca caliente y sus rosquitas eran deliciosas.

Alguna vez en la comisaría de Chaupimarca, fui a visitar a un amigo, porque había sido apresado por un lio que hizo, lo apresaron todo un fin de semana y le lleve galletas, fruta y algo de comida, ya adentro donde eran carceletas, sentí el espíritu barroco de su construcción, note la antigüedad toda una joya para nuestra tierra.

El patio de la iglesia de Chaupimarca fue testigo de alegrías y tristezas allí despedimos en la misa a nuestros familiares que dejaron esta vida por diversas razones, en ese patio hemos echado arroz y flores blancas a los recién casados, nos alegramos en los bautizos y tomamos sol en las tardes de verano.

En varias ocasiones en la casa vegas subí para entrar a su balcón rehecho para tomar fotos a la plaza Chaupimarca, la vista es nostálgica y espectacular, vi varias juramentaciones de la réplica por la batalla de Pasco, en ese balcón varias veces se leyó las proclamas del carnaval cerreño, tantos recuerdos.

Una vez un sábado de noche fui a la iglesia, entre, el sacerdote ya estaba terminando la ceremonia religiosa y pronuncio “si alguien quiere observar esta unión, que hable ahora o que calle para siempre”, quise gritar y afirmar un “yo observo” quede quieto, mudo y seguí estático, ellos, los recién casados salieron, los vi pasar, todos los felicitaban, loaban la unión, echaban rosas, yo deshecho, depresivo, la perdí para siempre, se había desposado.

Pasaron muchos años después y de nuevo un sábado nos citamos en la iglesia de Chaupimarca con el amor de estos años modernos, ella entro primero, yo después, tercera banca contando desde adelante a la derecha, no sentamos, me miro, la mire, miramos a los santos que nos miraban, vimos el atrio al fondo iluminado, era las 3 de la tarde el sol se apropiaba de las ventanas que reflejaban una luz imponente, me dijo que me amaba ella, yo me quede anonadado, salimos agarrados de la mano como si fuésemos recién casados, era octubre 12 de un año especial y de posteriores fechas trascendentales.

Cuando veía como se incendiaba parte de la iglesia, y los esfuerzos de los bomberos, no pude evitar llorar, berrear mis sentimientos, e hipar mis nostalgias, allí se construyó mis alegrías y se deshizo mis felicidades, sé que se reconstruirá lo destruido, como la vida, como el amor, todo pasa y debe seguir hasta extinguirse, pero mientras tanto queda reconstruir, así se reconstruirá nuestra memoria, nuestra historia.