CHUTOS DE MAYO

Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. En ser chuto de mayo

Muchos quisieran ser chutos de mayo, es muy simpático y popular el chuto, la gente se ríe de sus acciones, se burla de sus actos y lo mejor es que el sabe que nadie lo identifica ni lo conoce, esa es el señorío y ventaja del chuto de mayo, de la fiesta de las cruces.

El chuto mediante sus poses puede dirigirse a la autoridad y mostrarle sus insatisfacciones y frustraciones con solo una pose del dedo o un singular gesto de su cuerpo para decirle que está mal o bien su gestión.

El chuto no es ordenado, es el rey del caos porque a la vez ordena y desordena a los bailantes, se mete donde no debe y toma lo que no es suyo, vaya ¿quién no es chuto en la vida?, toma lo que no es suyo y bebe lo que no es de él, ser chuto es un símbolo del caos y de la sinvergüencería de ser pareciendo.

El chuto puede bailar chunguinada y a la vez darse un libre de tunantada, puede mostrar pasos a la francesa y a la vez robarse un bocado de negritos de Huánuco, el chuto no solo tiene emancipación sino libertinaje porque hace lo que desea, como muchos seres humanos, hacen lo que quieran con sus vidas, hacen lo que les dé la gana con sus savias y no se rigen al patrón social ni al control mediático de lo que manda el manual o el reglamento.

No sé si será feliz el chuto siendo así, quizá sí, porque en sus pasos y movimientos uno nota que, le gusta hacer lo que hace, disfruta su rol, goza su actuación y grita por su atrevimiento de ser, de mostrarse autentico, aunque sea en una fiesta, en una patronal, pero sin duda que llega a experimentar la verdadera satisfacción de lo que es, de lo que vale, de lo que puede.

Pocos quieren ser chutos al momento de elegir los roles de los danzantes en las fiestas de mayo, ser chuto es una decisión especial, exigirte a la vez ser serio y a la vez gracioso, nadie nace chuto, uno se hace chuto, como toda cosa original, y como en todo, hay chutos buenos y chutos malos, los buenos ordenan desde el caos, los malos desordenan y toman la danza de la chunguinada como algo formal, cada uno en su estilo fracasa o triunfa como chuto.

Termina la fiesta y el chuto vuelve a ser lo que es, enfrenta su realidad, asume el rol que le espera otros 12 meses, extrañara el disfraz, los gestos acosadores, las poses atrevidas, extrañara ese espacio de fiesta donde se siente bien, se siente falaz pero feliz, vuelve a su rutina de trabajo, regresa a su mecánica actividad de atarearse para ganarse el pan, retorna a su habitual conformismo, pastar, merendar, trincar, pernoctar, que soporífero, no como la fiesta de mayo donde se disfruta, se goza, es magnánimo la existencia concluyendo que sí, la felicidad es corta y la vivencia aburrida, pero la vida sigue, ya vendrá otras fiesta de mayo, de julio, setiembre o cualquier otro día donde será chuto otra vez y será feliz.