SOBRE ALGUNOS SUICIDIOS LITERARIOS

Lic. Isaías Joel HURTADO SANTA CRUZ

La vida, como el amor, es inexplicable. Ya Mariátegui nos mencionaba que los italianos sabían amar de verdad, en respuesta a los múltiples suicidios ocurridos a principios del siglo XX. En mi experiencia de lector, no tanto como algunos creen, concuerdo que uno de los pocos amores bien descritos en la literatura es la de “Cumbres borrascosas”. En muchos espacios psicológicos y literarios, se le considera como un amor “tóxico”, nunca he entendido la magnitud de ese adjetivo; pero sigo creyendo que Heathcleaff es uno de los pocos personajes literarios que han amado de verdad; pues su pasión por Cathering (Catalina en algunas traducciones) sobrepasa todo lo que se ha escrito en cuestiones amorosas. Fue uno de eso amores que tuvo consecuencias hasta en la tercera generación de sus parientes.


Se ha culpado al amor de muchas cosas, desde suicidios y asesinatos, hasta de las más humanas acciones. Se le ha romantizado, se le ha comparado incluso con la fuerza creadora. Hasta en el dogma cristiano tiene un lugar especial. 

Quizá todo ello se ha hecho, porque hasta hace unas décadas atrás no sabíamos en realidad donde se originaba, le ha dado hasta cualidades divinas. Hoy en día, que conocemos un poco más que antes, gracias a los estudios sobre el cerebro, sabemos que el amor es una reacción de hormonas y neurotransmisores.  

Todo ello viene a acotar, que, en este año, al igual que en 2011 en Pasco y alrededores, la cantidad de suicidios e intentos de suicidio es alta. 
Muchos lo atribuyen a decepciones amorosas o a problemas familiares. Creo que sí bien pueden ser la punta de iceberg, en las profundidades de ese océano, hay mucho que explicar y entender. De eso se encargarán los especialistas, psicólogos y psiquiatras. Pero, en la literatura, hay muchos suicidios memorables. 

El de Judas me llama la atención, el hecho de que se haya matado después de vender a su maestro, Jesús, es un misterio que Borges ha intentado revelar desde sus cuentos. Extrañamente, Borges, nos sugiere que esa decisión también impulsada por el amor.  

Entonces, queda una pregunta que responder: ¿Por qué relacionamos al suicidio con el amor? Es una pregunta que desde lo “romántico” de la literatura se puede responder de esta manera: muchos de esos personajes no concebían la vida sin la otra persona; la vida no tenía sentido sin la otra persona. Es lo típico en la literatura amorosa, donde un personaje tiende a ser el “héroe de amor”, por ello sufre, lo da todo por la otra persona; pero nunca tiene el objeto de su deseo.
Lic. Isaías Joel HURTADO SANTA CRUZ