PRECIO DE COMBUSTIBLES DEBEN BAJAR YA

La baja en el precio internacional del petróleo no beneficia a las familias ni a los productores.

El precio de la gasolina demora en reaccionar dos meses en promedio y solo en un 40%.

En agosto 2015, el precio del petróleo WTI se cotizó en US$ 42,6 por barril, registrando una caída acumulada de -28.7% en lo que va del año. En este mismo período, el precio de la gasolina, como la de 90 octanos, se comercializó en US$ 3,5 por galón (-9.6%). Es decir, el precio de la gasolina se redujo menos que el precio del petróleo en el mismo periodo.

“Este hecho debería preocuparnos, pues, un país deficitario en petróleo, como el Perú, debería beneficiarse al máximo de esta corrección de la cotización internacional del petróleo” anotó el presidente de ADEX, Eduardo Amorrortu.

Las evidencias son contundentes. El análisis del comportamiento del precio del petróleo y de la gasolina por un largo período revela que cada vez que baja el precio internacional de los hidrocarburos, el precio de la gasolina demora en reaccionar dos meses en promedio y baja solamente en un 40%. La misma estadística muestra que, cuando hay una subida del precio internacional del petróleo, el alza en el precio de la gasolina es inmediata.

Los combustibles forman parte de los costos de producción de la empresa y de los costos de transporte de los productos. Igualmente, estos precios afectan la economía de las familias que están sufriendo con el incremento de la inflación. La reducción de los precios de la gasolina y petróleo resultan importantes en estos momentos difíciles en los que la economía se desacelera y la inflación aumenta.

Se supone que el Perú tiene la institucionalidad necesaria para regular el comportamiento de monopolios o duopolios como el de los combustibles. Hay un órgano regulador como Osinergmin que debe analizar mejor el comportamiento de los precios. También se su pone que al lado de una empresa privada existe una estatal que debe operar con precios competitivos para marcarle la pauta a la privada. A la luz de la evidencia estadística, nada de eso funciona como debería.

Es claro que los beneficios que genera un menor precio internacional se quedan en el camino entre las refinerías y los griferos, cuando deberían traducirse en una mejora de la competitividad que tanta falta le hace a la industria nacional que compite en desventaja con los productos de otros países que sí tienen muy clara la idea de lo que es defender sus productos y sus puestos de trabajo.

No hacer lo que corresponde respecto a un problema que afecta a todos los peruanos revela debilidad institucional y complicidad.