No es el saqueo económico, a pesar de su inmensidad, el daño mayor causado por el Fujimorismo al Perú en los ‘90.
Sino que degradó todo sentido de honor, moral, valores, principios, institucionalidad, al punto que, incluso, el ejemplo e imagen de hombre capaz, el exitoso, el paradigma a ser emulado por los jóvenes, fue el de VLADIMIRO MONTESINOS.
De ese daño los peruanos no logramos ni hoy recuperarnos.
El Fujimorismo durante su régimen corrompió como jamás se había visto al Poder Judicial; lapidó a los sindicatos y sus dirigentes; castró a la Contraloría poniéndola al servicio de la impunidad y nombrando de jefes a sus secuaces que nunca se le enfrentó; logró que todos (todos) los comandantes en jefe de las FF. AA. fueran ladrones y sacaran dinero en efectivo de sus instituciones que cargaron en costales llevando a Palacio de Gobierno; destituyó humillantemente a los magistrados del Tribunal Constitucional que se opusieron a sus tropelías; alquiló a casi la totalidad de periodistas de la televisión y compró, al cash, a los propietarios de los canales; remató las empresas públicas a precio vil encargando la tarea a sus propios sinvergüenzas que fueron finalmente los mismos que los compraron; crearon el Grupo Colina, una pandilla de asesinos de opositores y a los que el propio Fujimori ascendió, primero, y amnistió, después; hizo de la Fiscalía de la Nación una sucursal del Poder Ejecutivo y en la que fue trágicamente célebre el papel de la “fiscal” Blanca Nélida Colán, sentenciada después a 10 años de prisión.
creó una red personal y familiar para robar y malversar millones de soles y donaciones en efectivo y especies para peruanos pobres que le fueron entregados a Rosa Fujimori y Víctor Aritomi (hoy prófugos de la justicia) en el Japón; permitió que su asesor Montesinos se enriqueciera obscenamente sin control; utilizó al avión presidencial para envíos de clorhidrato de cocaína llegando a descubrirse, por investigación norteamericana independiente, 170 Kg de tal especie escondido en el fuselaje de la nave; creo una masiva prensa mercenaria (prensa chicha) dirigida por el propio Montesinos para enlodar de basura a sus adversarios políticos; cuando no pudo conseguir una mayoría parlamentaria que avalase sus fechorías ordenó a Montesinos para comprar parlamentarios sacando millones de dólares de las arcas públicas.
COMENTARIOS SIN MUCHO FUFURUFU
El fujimorismo hizo todo eso y mucho más hasta que un día, desnudado por un video entregado por plata por algún traidor, se embarcó en el avión presidencial, dijo que iba al Estado de Brunei (Sud este asiático) a una reunión presidencial y apareció en Tokio (Japón), desde donde envío a través de un fax una infame carta de renuncia a la presidencia de la República.
Poco tiempo después, Alberto Fujimori se reconoció nacido en el Japón para tentar una curul en el Congreso japonés, a donde postulan solo los nacidos nipones. Se casaría de mentiras con una mafiosa vinculada con lo peor de la política japonesa y terminaría en Santiago de Chile esperando la amnistía o la amnesia para volver a las andadas que es lo que Keiko ahora aspira.
Ese es a grandes y avaros rasgos el fujimorismo.
¿Qué durante el fujimorismo el país derrotó al terrorismo?
Sí, en efecto, el país derrotó a SL pues a Abimael Guzmán lo capturó Antonio Ketin Vidal, un general de la policía a quien Fujimori odiaba y trató luego de hacerle la vida imposible tras esa hazaña. Cuando Guzmán cayó, Fujimori se hallaba pescando paiches en un río del oriente peruano.
Nos dirán que Keiko no es lo mismo que su padre Alberto.
¿Y que hace entonces con ella su vicepresidente de plancha, José Chlimper, fujimorista de los más rancios, solo para poner un ejemplo? O Kenji que es el alter-ego, voz genio y figura de su padre?
Todos ellos, en vez de tomar una distancia higiénica del condenado, visitan solemnemente la DIROES para recibir allí instrucciones y consejos, aliento y planes.
En una coyuntura política como la que estos momentos transitamos los peruanos, de re-articulación del fujimorismo, tenemos el pleno deber de recordar, prevenir y advertir, especialmente a los jóvenes.
Everto Carhuaricra MezaCerro de Pasco – PARAGSHA