Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. En filosofía
El padre siempre es el héroe para el hijo aunque sea un ladrón para la sociedad, el padre es el santo para la hija aunque su entorno social lo perciba como un lucifer, el padre es un mártir para algunas esposas, pero un aprovechado para sus otras mujeres; para enseñar la rectitud es la madre, para educar en la insensatez es el padre.

Por la mama podemos paralizar nuestras emociones, bloquear nuestros impulsos, o parar el ánimo caldeado, pero por papá, que ¡bah¡ amedrentamos sin desdén, enfrentamos sin prebenda de por medio, los sacrificios por la madre, para el padre basta los esfuerzos y hay no más.
Se supone que el padre trae el pan a la casa, y la madre el azúcar, pero el hijo o la hija siempre quiere y estima más a quien le da azúcar, miel, dulzura, pero para aquel que le hostiga con el carbohidrato existencial de la vida, prefiere aceptar el pan del padre en silencio y luego recién hacer un réquiem.
El padre de hoy no es un sentimentalista, es un tipo que prefiere la celebración tribal y pacata rodeada de aquella bebida que genera una catarsis de su frustración, una purificación mental de su zona adaptada de circunferencias volátiles que han sido las experiencias en su vida.
Las madres solo amaron a papá cuando eran enamorados, después ya no fue amor, se transformó en compromiso, en ruleta social que ella acepto, una plus valía social que la formal sociedad le exige, así que por eso hoy las madres no se esfuerzan de hacer del día del padre un gran acontecimiento, ellas dominan en las reuniones de padres de familia, los comités de aula, o las organizaciones donde aprueban que el día del padre no requiere celebración oficial o planificada.
El padre, ese ser extraño, callado por momentos, reaccionario en otros, pasivo en menesteres domésticos, activo en dones no convencionales; el padre, ese ser que genero la creación y que siempre acepto ser acusado a pesar de su inocencia, acepto ser condenado a pesar de que no tubo culpa, por eso el padre entiende más que la madre, comprende más que la progenitora, acepta lo que pasa y lo rechaza sí, pero en su ser sabe que nadie es perfecto.
Por eso en esta fecha post “día del padre”, mi saludo a los padres nada sanos, nada perfectos, nada santos, nada correctos, nada buenos, porque así como somos, aun nos aman, quizá vendrán otros modelos de padres mejores, pero ahora somos la mayoría, esa mayoría incorrecta que no da dinero a sus hijos, ese grupo que no cumple la pensión establecida, ese clan que no visita a los hijos abandonados, o esos padres a quienes no le importa la salud o el progreso de sus retoños; salud por ellos que no son padres con mayúscula sino con minúscula , porque a pesar de lo que somos y son; nos aman, y nos envían una carta o un mensaje acordándose y diciendo o escribiendo “te amo papa” sea el hijo, la hija, la esposa o incluso la amante.