NADIE QUIERE SER CAMPESINO

Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO

Lic. En filosofía y CCSS

El minero es el campesino hecho a la fuerza japiri, a la fuerza del mercado de extracción de minerales, el chofer igual es venido de los hombres del campo, el docente que en el fondo la gran mayoría es hijo de campesinos, el ingeniero es nieto de hombres y mujeres del campo, el periodista es nieto de sus ancestros que fueron hijos de campesinos, todos venimos genealógicamente de campesinos, y salimos para ser mejores, para progresar y encontrar el desarrollo y el éxito en sus diversas facetas, porque vivimos en un país donde el hombre del campo y su actividad es menospreciada, repulsada y ajada.

Si preguntas a la juventud más estudiosa que deseas ser profesionalmente, te dicen cualquier otra profesión menos ser agricultor o zootecnista, si preguntas a 20 jóvenes tampoco eligen ser unos de los dos, y si preguntas a 30 quizás 01 te dirán que es su segunda opción ser hombre del campo, ser campesino de modo profesional.
Foto Muni Simón Bolívar

Nadie quiere trabajar la tierra, generar ganadería, y otras variantes de esta dedicación laboral, la juventud quiere estudiar ingenierías mineras, ambientales, civiles, mecatrónicas, pero ingeniería agrónoma, zootecnia, poquísimos, hay crisis, no tenemos profesionales que desarrollen el campo, la ganadería, hay escasos y no son suficientes.

El mismo hombre del campo aspira a que su hijo sea abogado o su hija enfermera, o el nieto que se dedique a ser cualquier profesión menos campesino, ya siglos sufrieron el hambre, la pobreza y la exclusión social, que no desean que sus generaciones nuevas, sufran y aguanten la desidia social, la pobreza económica, prefieren las ciudades, al urbanismo, se ha dejado el campo y se ha llenado la ciudad por ello.

¿Entonces quien trabaja la tierra?, ¿quiénes se dedican a labrar, a sembrar y cosechar los frutos de la tierra?, ¿quiénes se encargan de esta pesada tarea, de esta penosa labor, de este esforzado trabajo? Pues seamos objetivos, los que no tienen oportunidad de salir de sus pueblos, los que fracasaron en el academicismo escolar, tecnológico o universitario, otros que ni siquiera pisaron la escuela, el campo tiene entre sus principales trabajadores a quienes fueron rezagados por el sistema educativo, con honrosas y pocas excepciones.

Estos días donde se reflexiona sobre el hombre del campo, su labor y su realidad, es menester profundizar sobre su propia ontología, ofrecemos loor demagógico, damos vítores floridos, letras, palabras, estandartes adornadas de mucha poesía estoica, poca opción con derroteros serios, proyectos de progreso social para los hombres del campo, ayer, y hoy es la misma lógica de ofrecimiento y nada de acción, es el mismo método, promesas y muchos incumplimientos.

El verdadero hombre del campo, no llega al desfile, no se sienta al lado de la autoridad política, el real campesino no conoce ni su día, prefiere ir a pastar y acompañar al jirca, opta por ganar su pan y beber con satisfacción su trago amargo o alegre, existe en su mundo andino, se muestra en su vivir existencial, sin halagos, sin menosprecio, sintiendo su mundo, viviendo su hito, conociendo que la vida es panteísta y a la vez animista.