Por Roberto Carlos QUINTANA VILLAVICENCIO
Lic. en Filosofía y CCSS
Aquel que entrado a una guerra sabe que va a perder pues le queda dos opciones, luchar hasta alcanzar la gloria o huir demostrando su fracaso y cobardía.
Recordar para el peruano la heroica acción del 07 de junio hasta años atrás sonaba a sonata romántica, como de aquel que gusta vivir de sus derrotas, como aquel que liba para sentir sus miserias como país, y si, perdimos ante Chile, fracasamos no solo como peruanos sino como sociedad, como nación, perdimos porque como antes y ahora nuestros gobernantes, burgueses y dirigencia les importo más sus arcas, sus intereses, sus lucros y sus bienes, no pensaron en el país si no tomaron decisiones en razón a su bien individual que es el peor virus que siempre hizo del país un fracaso.
El Perú es un país que gusta transformar sus derrotas en triunfos, sus capitulaciones en laureles, disfrazamos la realidad, fingimos la situación real, en 1879 el gobierno decía “estamos ganando la guerra”, cuando los militares sabían que ya era un partido perdido antes de empezar a jugar, similar que ahora nuestro gobierno nacional , regional y local nos hastían con sus mensajes radiales, televisivos y de internet pagados a ciertos “prensa parlante” “estamos ganando al covid”, cuando la realidad es que la perdimos y solo queda afrontar las consecuencias sociales y económicas que se vendrán.
En esos años de la guerra con Chile, el corrupto de Mariano Ignacio Prado presidente del Perú se fue a Europa para comprar material de guerra y se llevó muchos millones y nunca regreso, ni jamás envío armamento que hubiera permitido resistir a Chile; ¡igual que ahora!, ex ministros, funcionarios de Estado, alcaldes, funcionarios de gobiernos regionales, roban aprovechando las licitaciones directas a causa del virus, cacos, miserables, ganzúas, decía el Rabí “¡Ay de ustedes los que ahora ríen, porque sabrán lo que es derramar lágrimas!”.
Esas lacras sociales que utilizan la pandemia generada por el virus para hacerse ricos morirán de manera despreciable, ruin e indigno, y no solo ellos, sino todas aquellos que suben el precio, aprovechan el pánico, porque así paso en la guerra con Chile y así pasa ahora, roñosos.
La guerra con Chile la perdimos, y el 07 de junio es un consuelo, un analgésico social que tomamos cada año para alzar el pecho y tener orgullo por esos héroes con nombre y los sin nombre que son la mayoría.
¿Quién no reconoce el sacrificio del jubilado Francisco Bolognesi?, que volvió a vestirse el uniforme y luchar para defender “hasta quemar el último cartucho”, la entrega hacia su patria de Alfonso Ugarte que proveyó de su dinero para vestir, alimentar y comprar armamento para la tropa del ejército que defendió la frontera, la caballerosidad del gran Miguel Grau y el liderazgo militar de Andrés Avelino Cáceres cuando organizo un ejército de los andes para resistir la invasión chilena y logra expulsarlos.
Quién no admira el servicio de nuestro mártir de la medicina Daniel Alcides Carrión García siendo estudiante de medicina luchar contra los chilenos en la batalla de San Juan y Miraflores, además de hacer servicio médico a los heridos de esa guerra o la astucia de Paula Fiada al matar al invasor y después ser asesinada por esa acción patriota de defender a su Vilcabamba, ese arrojo de los jóvenes de la “Columna Prado” que después se cambió en el camino por “Columna Pasco”
para ir a luchar por su país ¡sin esperar que los chilenos lleguen a su valle! Enviando de 220 jóvenes para defender las fronteras de la patria cuyos nombres están grabados en el monumento al lado del “Soldado desconocido “en el distrito de Yanacancha.
De ese tipo de héroes necesita hoy la patria y la tiene, pero sería genial si haya muchísimos más que su actitud sea “tengo deberes sagrados que cumplir”, peruanos del sector pudiente y millonarios puedan asistir proveyendo armas medicas a nuestro precario sistema de salud y alimentos a la clase sin recursos en esta pandemia.
En esa guerra lo salvaron al Perú héroes con carácter moral, de servicio y dedicación a su país, hoy de igual modo se necesitan hombres y mujeres con ese mismo valor, con ese temple de héroes, ¿los hay?, ¡sí que los hay! Hay que imitarlos a todos ellos.